Un granito de arena es parte del mar

Cine para todos David

Cine para todos David

Cine para todos

Soy madre de dos niños, David de 10 años y Julián de 7. Con ellos compartí  el año pasado varias funciones de “Cine para Todos”, un proyecto de inclusión en el que se proyectan películas que han sido adaptadas para personas sordas, ciegas, con baja visión y con discapacidad cognitiva.  Esta experiencia nos acerca a gente con capacidades diferentes pero tan parecidas a nosotros como nuestra propia familia. Todos tenemos sueños, metas y formas distintas de hacer las cosas. Así lo ven mis hijos. Al preguntarle a Julián sobre su experiencia cuenta que le fue difícil encender el “aparato”, (el receptor que se debe prender para obtener el sonido de la audiodescripción). ─ Todo fue muy chévere, es muy gracioso escuchar como dicen que la casita es de tal color o que alguien se movió o corrió, y con los ojos cerrados entendí bien la película─ . Por su parte David cuenta que para él fue algo muy natural,─ prácticamente no me di cuenta  que las personas que nos rodeaban eran ciegas, disfruté la película como cualquier otro─.

La película generalmente comienza describiendo los logos de las productoras de cine que han realizado el film. Después nos describen los personajes, dando detalles físicos o característicos, nos dejan oír un poco de su voz y así podemos identificarlos durante el transcurso de la historia. Sin contarnos lo que pasa, en un audio paralelo a los diálogos, nos dan detalles del sitio donde suceden los hechos. Esa mezcla de lo que dicen los personajes, los sonidos naturales de la película, la música que va lento o rápido según la acción y la descripción que adiciona elementos nos hacen tener en nuestra  mente, cerrando los ojos, un lápiz que dibuja el mundo maravilloso del cine.

Pensar en las actividades cotidianas, como ver la televisión, ir a un museo o al cine me ha hecho pensar ¿qué puedo hacer desde la cotidianidad para que disminuyamos la brecha que existe entre exclusión e inclusión?  Mi pequeño aporte es enseñarles a mis hijos a ser igualitarios en el trato con todos sin distingo de raza, sexo ni condición física o mental.

Estas actividades no las podemos hacer con mucha frecuencia, ni estamos en contacto permanente con personas con discapacidades físicas o cognitivas, pero de lo que sí estoy segura es que mis hijos están aprendiendo a valorar a los otros conociendo la diversidad.

Por: María Victoria Hernández

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