En tierra de ciegos…

En tierra de ciegos

En tierra de ciegos

En tierra de ciegos

En una sociedad en búsqueda de la equidad y la tolerancia, la diferencia radica en la visión individual de lo que “debe ser”.  Y es que, el temor de no encajar en determinados prototipos o patrones nos hace distanciar de todo lo que pone a prueba nuestra capacidad de enfrentar dificultades.

La discapacidad es una limitación parcial para realizar una acción. La primera discapacidad es la resistencia para aceptar al otro diferente.  La idea de la perfección, de la competencia o de la realización está edificada en prototipos que distan de la cotidianidad. Cada uno porta una discapacidad para algo que lo complementa a través de los otros.

Por eso el refrán “En tierra de ciegos, el tuerto es rey”, se aplica de maravilla cuando cerramos los ojos a las personas con discapacidad; cuando no nos ponemos en los zapatos del otro, y olvidamos que hay muchas formas de hacer las cosas, olvidamos la capacidad de escuchar con los ojos, moverse en la oscuridad, sonreír  ante todo lo que se pone en frente, ver con las manos y muchas otras posibilidades y talentos que desarrollamos cuando  tenemos que adaptarnos `para dibujar el mundo con otro color, con otra forma, sin forma, o solo imaginarlo a través de cada momento, de cada sonido, del olor y la textura de lo vivido.

Alguna vez en la vida estaremos en condición de discapacidad por lo menos temporal: La dilatación de la pupila, enfrentarse a un idioma desconocido, el esguince de un pie, despertar de la anestesia después de una operación. En todos estos casos  vale la pena tomar un poco de conciencia de la necesidad de una ayuda externa. El hombre nunca se puede valer por sí mismo exclusivamente.

Los que tengan la fortuna de llegar a la edad dorada, seguramente por la naturaleza del deterioro estarán también en condición de discapacidad. Más valdría que nos apresuráramos a entender  cómo podemos hacer un mundo más accesible, antes de que tengamos que reclamarlo a modo propio.

Los marcos académicos, el lenguaje y el entorno han tejido el abismo que nos separa.  Hoy se habla de accesibilidad en todos los niveles pero no tenemos acceso a la información real de la discapacidad como condición de diferencia. La historia de la humanidad ha marginado lo feo, lo enfermo, lo incompleto y no ha visto en el espejo esas condiciones en el pensamiento del que lo impone. Es hora de abrir los ojos y conocer de primera mano sobre discapacidad y accesibilidad.

Por: Liz Leandra León.

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