
Eraserhead «Cabeza borradora» (1977) David Lynch. Imagen: imdb.com
A todos nos gusta el cine, porque en esa pantalla podemos vernos, identificarnos con los personajes, sufrir sus crisis en sus aventuras y celebrar sus triunfos. Lo que Aristóteles en su libro “La Poética” llamaba catarsis, que es básicamente compadecernos del(los) personaje(s) para así conseguir un sentido de pertenencia por aquellos sentimientos sin vivirlos realmente. Todo en una película de Hollywood está creado precisamente para tener un movimiento narrativo que nos permita estar atados a la pantalla. La gaseosa y las crispetas las consumimos en las películas y no sabemos en qué momento las hemos terminado (esto si la película es muy buena).
François Truffaut, uno de los grandes críticos y directores franceses que ayudó a revolucionar el cine en los años 60’s con el movimiento de La Nueva Ola Francesa o Nouvelle Vague, decía en una de sus películas más bellas, “La Noche Americana” (1973), filme que muestra cómo se vive el proceso de realización de una película (el llamado cine reflexivo): «El cine es mejor que la realidad, porque en él no hay tiempos muertos». Toda la puesta en escena está instalada para que cada detalle, por minúsculo que sea, encaje y anime al espectador a ver una trama que lo saque de la realidad. Pero, ¿y si el cine es como la realidad?, ¿con tiempos muertos?, con “sin sentidos” y con personajes raros haciéndose preguntas trascendentales que “casi siempre” nunca nos hacemos? Este último tipo de películas se conocen con el nombre de “cine arte”, pero en realidad todo es cine arte. Hacer un dinosaurio por computadora y ponerlo a correr por un valle selvático en una pantalla grande es cine arte. El arte es un proceso muy subjetivo, solo que hay quienes comparten más la parte del espectro del cine arte comercial, que los que se van para las películas más complicadas de ver. El que diga que hizo una película para no venderla, miente, solo que hay quienes dirigen y producen cine para otras mentes y targets más especializados. Eso sí, no se llenaran los bolsillos de dinero, pero moverán mentes en dimensiones diferentes.
Para concluir esta especie de reflexión, los invito a buscar o excavar otras formas de entretenimiento audiovisual distintas a las ya vistas tantas veces en las películas tradicionales. La forma de meternos en ese rumbo es dejarnos llevar por la curiosidad, tener siempre una mente abierta para narrativas nuevas y formas transformadoras, y documentarse un poco antes de ver alguna “película frita”, como suelo decirle yo al cine independiente. Si su primera reacción, como dijo un amigo después de que lo puse a ver una película de Fellini es: “¡No entiendo una carajo, pero la fotografía está severa!”, es una buena señal. El arte es así, y al arte solo se le puede pedir una cosa y es: arte. Solo déjese llevar por las sensaciones y ahí va saliendo la fobia.
Pd.: Mi top 5 de películas que podrían disfrutar algún día que se quieran ir por el lado del rechazo de las formas narrativas tradicionales.
- Cabeza Borradora (David Lynch, 1977)
- Un Perro Andaluz (Luis Buñuel y Salvador Dalí, 1929)
- Persona (Ingmar Bergman, 1966)
- 8½ (Federico Fellini, 1963)
- 2001, Odisea del Espacio (Stanley Kubrick, 1968)
Las pueden ver online por www.cultmoviez.info
Por: Fernando Laiseca (@fernandolaiseca en Twitter)